Un estudio muestra que el entrenamiento de la mente reduce el estrés y mejora el funcionamiento físico, psicosocial y sexual.
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Los hallazgos son importantes porque la terapia de reemplazo hormonal utilizada en el pasado para tratar los síntomas de la menopausia, se ha asociado a riesgos de salud», asegura el autor del estudio, James Carmody, profesor asociado de medicina en la división de medicina preventiva y conductual.
Cerca del 40% de las mujeres menopáusicas presentan sofocos y sudores nocturnos que afectan a su calidad de vida, señalaron los investigadores. La terapia de reemplazo hormonal se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, cáncer de mama y accidente cerebrovascular, de ahí que, como señala Carmody, «no sólo las mujeres están buscando terapias alternativos, sino que es una prioridad de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) encontrar tratamientos conductuales».
No se ha encontrado ningún otro tratamiento que sustituya la terapia hormonal, según el estudio, pero la meditación parece ayudar a que las mujeres sean «menos reactivas» a los síntomas de la menopausia.
Vergüenza social
Los investigadores trataron de influir en la reacción de las mujeres a los síntomas, «incluyendo estrés psicológico, vergüenza social y ansiedad». “Queríamos ver si podíamos influir en la resistencia de las mujeres en la respuesta a estos síntomas», explica Carmody. «No estábamos tratando de afectar a los propios síntomas, a pesar de que sí hubo cierto efecto en ellos también».
El estudio dividió a 110 mujeres con edades entre 47 y 69 años en dos grupos, uno recibiendo el entrenamiento y el otro ‘en lista de espera’ para aprender la técnica. Las participantes llenaron cuestionarios para determinar factores que influyen en los sofocos, como el consumo de alcohol, el yoga y el ejercicio. Los investigadores también midieron cuatro dimensiones de la calidad de vida: física, psicosocial, vasomotora (sofocos) y función sexual. Las mujeres calificaron cuánto les molestaban los síntomas en una escala de cuatro puntos que van desde «nada» hasta «extremadamente». Llevaron diarios en los que anotaban el número e intensidad de sofocos y sudores nocturnos.
En promedio, las mujeres tenían cinco o más sofocos de moderados a severos por día, cuando se inició el estudio. Después de tomar clases una vez por semana durante ocho semanas y un día completo de entrenamiento, el grupo de entrenamiento tuvo en promedio una disminución del 15% en cuanto a los síntomas que les molestaban frente al 7% en el grupo control. Si bien la intensidad de los sofocos no difirió significativamente, el grupo de entrenamiento experimentó un mejor sueño y menos ansiedad.
Menopause 2011;18:611-620
(Fuente: jano.es)
Menopause 2011;18:611-620
(Fuente: jano.es)